PISCINAZO
Ya estamos de vuelta de las mini-vacances, y mira por donde ayer una de las noticias que me recibe a mi vuelta en la prensa es la siguiente:
Una mujer se suicida y mata a un peatón
La mala suerte se cebó con un hombre de 50 años cuando paseaba junto a su esposa plácidamente por una céntrica avenida de Barcelona de Viladecans, en el mismo instante en que una mujer decidía acabar con su vida y se lanzaba desde el balcón de su vivienda, situada en un octavo piso.Pasó en Barcelona. Pero calculando que aún me quedan algunos años para llegar a esa edad pensé: "¡Coño, al final pasear con tu pareja va a ser más peligroso de lo que ya en sí me parecía!"
Vas paseando por la calle, y una elementa ¡zas! decide que la mejor forma de acabar con su vida es convertirse en un misil humano que, aleatoriamente (se supone), puede aumentar el número de víctimas dependiendo de lo transitada que esté la calle. Por lo que a mí respecta he decidido no pasear con nadie por si acaso.
Pienso yo de todas formas, que porque no, en tal caso, escoger como recepción de tu corta carrera a una concentración falangista de apoyo al alzamiento, una nube de fotógrafos del corazón junto al friki de turno, o, porqué no, desde la tribuna adecuada acertar a espanzurrarse lo más ampliamente posible en algún grupo ultra del equipo rival, a ser posible cuando estén celebrando el gol a tu amado conjunto.
Ahora, esta forma gratuita y poco meditada de arrojarse al vacío dice poco a favor de la persona incluso en tal grado de desesperación. Qué menos mujer, que mirar antes hacia abajo a ver si pasa alguien.
Y es que la educación se está perdiendo.